martes, 9 de junio de 2009

pintó el Shakespeare interno

La vida no es justa, es cierto. Aunque si la vida no es justa, ¿Por qué no ser injustos con la vida? ¿Acaso soy injusto conmigo mismo? ¿Es que no tengo que permitir que los demás hagan justicia por mí?
Cada uno tiene su vida, su historia. Y la vive como puede. Nunca creí que se viva como se quiere. A propósito, vivir como quiero es querer vivir como puedo.
Querer vivir no es no querer morir. No quisiera vivir muriendo, sino morir viviendo. Cuando muera, sabré que he vivido, y aún me quedará toda una muerte por delante.
Muerte…Nadie que esté vivo sabe realmente lo que es morir, ese secreto imposible de develar, que ya muchos lo conocen…o no.

Siempre se busca lo mejor para uno mismo, nunca para los demás, siempre lo pienso. Soy tan egoísta como generoso para pensar esto.
Verte bien me hace feliz, y me gusta. No te quiero, pero te respeto, porque me conviene. Me gusta demostrarte afecto, porque me gusta el placer. Si estás mal y es lo único que me hace mal, no me siento bien.
Por ende te hago bien porque me hago bien. Pero no daría mi vida por la tuya, porque si me querés, te haría mal, y me haría mal. Y si no me querés, no me estoy haciendo bien.

Tiempo. Conocí al tiempo una vez. En otras ocasiones ni siquiera sabía lo que era. Después de todo, he llegado a la conclusión de que el tiempo es monótono, y tan insignificante como inmenso. A lo largo del mismo, éste determinó todo, guerras, epidemias, hasta la vida de los seres vivos. Todo, menos la calidad de un momento.
¿Cuánto tiempo nos quedará para comenzar nuevamente? El tiempo corre.

Das lo que tienes. Siempre y cuando te beneficie. ¿Tienes miedo? Da miedo. ¿Ofreces cariño? Tienes cariño. ¿Posees una vida? Ya la darás.


Ella baila dentro de mis deseos, su sonrisa es perfecta.
Dulce espectáculo que observo con gozo.
El movimiento: el protagonista.
El bienestar: el motor.

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