viernes, 24 de julio de 2009

dedicado a Migue

Eran las cinco de la tarde cuando fuimos. Caminamos por una calle bastante pedregosa, con casas dispuestas en círculo. Entramos al único tugurio disponible en aquel vecindario.
No muy tarde supe que ciertos maleantes perseguían ambiciosos pero discretos nuestras preciadas figuras. Fingiendo una buena distracción, aumenté mi velocidad de desplazamiento. Una vez adentro, respiré sin restricciones. Nos situamos tras elegir una ubicación noble, y espontáneamente, una típica aunque interesante conversación coloreó el clima. Entre tanto humo de tabaco y alcohol digerido, no hizo falta mucho para que la confianza vaya tomando protagonismo en la comunicación. Y así fue desencadenándose dinámicamente nuestro entorno.
Cuando casi todo estaba ya dicho, algo contaminó un momento que venía siendo muy fiel. Pensé y confirmé que mi capacidad de mi intuición no es poca, ya que aquellos demonios que reconocí, impusieron su aparición al instante. Al parecer-supuse-no son reales o naturales dichos seres. Su actitud era indiferente pero muy inquietante. Nos retiramos como quienes quieren pasar el tiempo en otro lugar.
Mis ojos ya se habían adaptado a ver constantemente los adoquines, y tenía en mente demasiada información sobre mi acompañante. La ansiedad no era la misma del principio, tampoco las ganas. Los momentos de silencio iban incrementándose…
…Y así terminó: contando.

martes, 7 de julio de 2009